Cuando pensamos en un hecho particular de violencia o en cualquier otro tipo de actividad, se ponen en juego muchas experiencias vividas previamente, junto a un cúmulo de juicios previos que están relacionados con la realidad particular de las personas. Cuando leemos un suceso ponemos en evidencia nuestras capacidades para convivir con el mismo. Lo mismo sucede al pensar en la violencia.
En la actualidad la identidad de las personas es configurada en gran parte por los medios de comunicación, es por eso que la mayoría de las veces la construcción que los medios realizan sobre el tema de la violencia hace que nuestra lectura sobre los mismos sea en coincidencia con la de estos.
Desde el momento en que se produjo la tragedia de Carmen de Patagones, los especialistas han esbozado diversas explicaciones al respecto en los distintos medios. Las cifras d la “violencia escolar” han ido apareciendo reiteradas veces en los en el ámbito mediático, pero sólo contribuyendo a engrosando una lista de acontecimientos, sin realizar análisis sobre los mismos. Una pregunta que deberíamos hacernos todos es por qué no aparecían los jóvenes como voces autorizadas para hablar al respecto. Una vez mas, se analiza una situación escolar sin tener en cuenta a su protagonista principal.
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