jueves, 17 de julio de 2008

La violencia en las escuelas, un tema cultural

En los últimos tiempos el tema de la violencia en las escuelas se encuentra en boca de todos y ocupa franjas centrales en los medios de comunicación. Peleas entre compañeros, jóvenes hospitalizados y profesores agredidos son temas de los que nadie puede decir no haber escuchado hablar. La institución escolar se ha convertido en una fija de las secciones policiales.

Pero esto no es algo nuevo, podemos recordar el caso de la localidad de Carmen de Patagones, cuando un joven llamado Junior mató a varios d sus compañeros e hirió a varios otros con un arma de fuego, desvalorizando la vida de los otros y su propia vida. Es importante pensar qué lleva a los jóvenes a producir hechos de violencia escolar como este y que lugar ocupan los medios como constructores de opinión frente a esta realidad.

Si indagamos un poco acerca de la violencia escolar podemos ver que ya en los 90 se convierte en material mediático, esto tiene una amplia relación con lo que sucedía en la sociedad y que comienza a expresarse en la institución por medio de las agresiones verbales y la discriminación. La escuela no está aislada de la sociedad, sino que está atravesada por lo que sucede en esta.

Muchas veces se dice que los medios de comunicación, las películas o los gustos musicales son los causantes de la violencia en los jóvenes y de tragedias como la de Carmen de Patagones. Pero esto es una explicación limitada, porque si bien los medios cumplen una función muy importante en la construcción de sentidos, los causales de la violencia juvenil son mucho más amplios e involucran a la sociedad en su conjunto.

Esta generación de jóvenes ha heredado una sociedad injusta, donde la pobreza aumenta día a día y donde las oportunidades son cada vez mas limitadas. En este contexto es que se enarbola la bandera de los jóvenes violentos, sin futuro, a los que hay que reprender y encarcelar cada vez a menor edad para evitar los riesgos al resto de la sociedad. Se señala a los jóvenes por sus formas de pensar, por sus gustos musicales, por su forma de vestir pero no se enarbolan las banderas de los derechos humanos que son continuamente vulnerados por medio de la prostitución infantil, el acceso a la educación y al trabajo, no se escuchan voces de preocupación por la creciente deserción escolar, por los casos de desnutrición infantil o por las enfermedades como la bulimia y la anorexia.

Los jóvenes se convierten en l blanco de todas las críticas. Esos jóvenes que en los 70 fueron perseguidos, duramente reprimidos y torturados por ser la resistencia a la dictadura militar, y que hoy en día son vistos desde una mirada fatalista que les prevé la falta de futuro y los sindica por su pertenencia a determinadas “tribus urbanas”.

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